Porque aquí simplemente, y realmente, soy yo misma.

jueves, 21 de marzo de 2013

Muerte de mi abuelo

Parece que no escribí sobre la muerte de mi abuelo.
Bien, ¿qué decir? Lo típico, que fue horrible. Y es algo totalmente cierto. Falleció el 6 de diciembre de 2012, justito antes de la Navidad. Se esforzó tanto por hacernos un último regalo a sus nietos... se olía que no llegaría a darnoslo. Nos hizo una agenda. Espero que mis primos puedan valorarla, porque desgraciadamente yo no lo hago. No quiero ni mirarla realmente, sé que no está bien, que ya la valoraré por lo que es... el último regalo de mi abu. Pero ahora no puedo. Me sigue poniendo triste,
Mi abuelo murió gritando, y creo que es una imagen que nunca, nunca se me va a quitar de la cabeza. Tuve que verle en su habitación ántes que se lo llevasen, tenía que verlo para asumir del todo su pérdida. Y murió gritando por aire. Lo odio, odio odio odio eso. Odiaba sus dolores. Odiaba cuando yo estaba ya supuestamente acostada y dormida y le escuchaba en su habitación lamentadose. Odio aquel día en el que me despertó a chillidos de dolor, un dolor que le cegaba el juicio y me pedía entre sollozos que lo hiciera parar. Odié verle así. Odié el hecho de sólo poder mantener la calma para tranquilizarlo, ir corriendo a por algo de beber y darle más pastillas esperando a que le hicieran efecto. El ayudarle a levantarse mientras tenía que tener cuidado con su cuerpo, porque le dolía todo con cualquier movimiento. Odié el que tardasen tanto los putos médicos en venir, así como mi abuela estuviera tan sorda de no levantarse a ver qué pasaba, aunque dormía en la habitación de enfrente. Pero lo que más odié fue ver que realmente no pude hacer nada. El saber que ese dolor iba a volver y no podía evitárselo, el saber que ésto ya era una situación cuya única salida era la muerta. Odio que a partir de ese día fue a peor...que fuese tan extremo su dolor que los médicos le tuvieron que triplicar su dosis de droga diaria, algo que él siempre dijo que no quería que pasase... pero eran tales sus dolores que no hubo más remedio. Odio que la droga le convirtiese en otra persona. Odio no haber estado su último día, ni haberme despedido de él ya que no quería mirar a aquella persona en la que se había convertido. Alguien capaz de hacer esas cosas ... Odio el no haber recordado que a pesar de todo seguía siendo mi abuelo. Y odio que mi familia no fuese, ni sea, neutral en éste asunto. Drogado ya no era él, pero tampoco era sólo otra persona...no se le puede idealizar por todo lo que aguantó, pero tampoco condenar por en lo que se convirtió en contra de su voluntad.
Quería, quiero y siempre querré a mi abuelo. Pero por quién fue en todo momento, recordando todo y sin ésto tener que emborronarlo o manchar mi imagen de él. Sólo la asumo, la acepto y la quiero.

Lo único que no odio es que hubo fín. Que ya terminó todo. Que mi abuelo ya no está sufriendo. Que mi familia ya no está sufriendo tanto por ésto. Que confio en que dónde sea que esté mi abuelo, es mejor que dónde estaba. Y ante todo que ya no tendré que escucharle susurrarme que tenía que morirse ya, entre lágrimas, casi suplicandome que hiciese eso por él. Ya no tendré que desear que se muriese cuando estaba vivo.

Creo que nunca voy a olvidarme de toda esta experiencia. De cómo me ha afectado su enfermedad y su muerte. Va a resultar una cicatriz más en mi persona. Pero me hace madurar, me hace más fuerte y no me arrepiento. Esto es la vida, y quiero seguir viviendo.

Lo último que decir es que espero que por fin encontrases la paz abuelo.
Te quiero

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